Un mundo Feliz

Con el título de Marketing o ciencia apareció un artículo en la Revista Ñ  del Diario Clarín el 15 de marzo próximo pasado, a propósito  de la próxima edición del Manual de Estadísticas y Diagnóstico para los desórdenes mentales (DSM-5) que aparecerá en 2013 en USA, subtitulaba Pablo E. Chacón: ¿Desórdenes mentales a la medida de los laboratorios? Personalmente, yo hubiera titulado este artículo de otro modo, por razones que, tomando como base el artículo de Chacón, pasaré a relatarles:

Un mundo Feliz:

Desórdenes mentales a la medida del Sistema

Verán que además de haber modificado el título y haberle dado un giro más amplio al subtítulo, he retirado los signos de interrogación de este último y es que, personalmente, no me cabe duda, por lo menos no una duda razonable, que deje impune al hecho siniestro de que grandes masas de población, a partir de 2013, podrán ser medicadas por el sólo hecho de estar en contra de un sistema injusto. 

Cito a mi colega Pablo Chacón:

En los Estados Unidos, paraíso de la ciencia aplicada y las tecnologías de punta, nació en 1952 el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), biblia de la psiquiatría y de la psicología cognitiva que ya lleva cuatro ediciones y una quinta, lista para su venta en mayo de 2013. Sin embargo, el libraco (del cual se prevé una primera tirada de un millón de ejemplares) es noticia casi con un año de anticipación, por razones diversas, entre las más notorias, la “elección” de nuevos trastornos que edición tras edición se suman a un listado que si se quiere es un pésimo remedo del libro de los seres imaginarios al que Jorge Luis Borges durante un tiempo dedicó sus afanes.(…)

¿Cómo ignorar entonces que el duelo, la tristeza que acompaña la pérdida de alguien muy querido, así como la rebeldía, bautizada “trastorno de oposición desafiante”, serán consideradas desde el próximo año una patología?“ –pregunto yo.

El duelo y la rebeldía como novísimos “disturbios emocionales” ,que hizo pública un par de semanas atrás la revista especializada The Lancet, cayó mejor en los laboratorios que entre ciertos profesionales que intentan otro tipo de trabajo en USA, y ni hablar en Europa o América del Sur, que se ha convertido, durante estos años, en una de las cabeceras de playa de la resistencia a la medicalización de la vida que propone el manual. Digámoslo así: el DSM es un instrumento para provocar un cortocircuito entre las pasiones y el fondo de finitud que constituye al viviente: tal cual si fuera una máquina.

En conversación con Ñ digital, el psicoanalista argentino Mario Goldenberg, resultó explícito: “el próximo DSM, elaborado por la Asociación Psiquiátrica Americana, es un forzamiento para patologizar y medicalizar a la comunidad; una nueva reformulación clasificatoria que busca ampliar a través del discurso de la ciencia las enfermedades mentales. Trastornos, disforias, disfunciones. Es decir, intenta, bajo un disfraz de términos científicos, una clasificación de lo inclasificable: el padecimiento”.

“Orwell y Huxley se nos van quedando cortos de imaginación”.

(…)”Transformar al duelo en una patología que debe ser medicada es impedir dar adiós en el tiempo que cada uno necesita y volver a encontrar en los recuerdos a aquella persona que fue parte de nuestras vidas”.

En el mismo artículo, Pablo Chacón cita a Luciano Lutereau , cuando dice que: “Mi principal observación sobre el DSM es que sólo con torpeza se lo puede reconocer como un manual de diagnóstico, ya que el carácter estático de sus clasificaciones descriptivas desconoce el carácter de proceso que un diagnóstico debe tener para ser preciso. Asimismo, un diagnóstico siempre se hace en función de una orientación de tratamiento; si no, deja de ser operativo y potencialmente se vuelve una herramienta de control social.”

(…) Por si quedara alguna duda, en su viaje a los Estados Unidos Freud no vaciló en decir que el psicoanálisis -en ese “mundo perfecto- podía ser una “peste”. Lo que no se imaginó fueron los instrumentos que se dieron los oriundos para inmunizarse.”

Bien, he modificado el orden de algunos párrafos y omitido otros que ustedes pueden leer tranquilamente en la versión virtual de la Revista Ñ y he comprendido cabalmente esa proposición matemática que dice que el orden de los factores no altera el producto.

Ante un mundo cada vez más descontento y convulsionada a causa de los que detentan el poder, únicos responsables de decisiones que exceden la voluntad popular ¿qué más que declararnos locos o terroristas, podrían hacer para mantenernos quietos y controlados?  Desde el año que viene, cada griego, cada español, cada italiano o portugués o “indignado” por alguna causa JUSTA, será considerado enfermo.  Cada héroe de guerra o los familiares de los muertos en las guerras (que no hemos declarado) o de algún NN díscolo, también serán considerado insanos.

Una vez más señores, Foucault tiene razón. ¡Cuidado!, porque el modelo médico-jurídico está en marcha y puesto al servicio de un sistema que agoniza:  leyes duras antiterroristas, que a todos nos hacen sospechosos, tan sólo por no estar de acuerdo y psiquiatrización de las emociones. 

Es así: a partir de ahora prometo no demostrar más mi descontento, no quiero que este sistema que agoniza, después de todos los esfuerzos que ha hecho por destruir a la gente y a sí mismo, considere que “no he sido feliz “ y me medique.

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